sábado, 30 de diciembre de 2017

PASAJES DE LA BIBLIA



El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
  (S. Juan 1,14)

viernes, 29 de diciembre de 2017

MÁRTIRES - ASERRADA Y DADA DE COMER A LOS CERDOS POR NEGARSE A APOSTATAR



Apolonia Lizárraga era la madre superiora de de las Hermanas Carmelitas de la Caridad desde el año 1925. Cuando estalló la Guerra Civil tenía 69 años y se encontraba en la Casa General de Vic. Allí se preocupó durante los primeros días de la guerra por encontrar acomodo seguro para las novicias y los enfermos que estaban a cargo de la congregación de religiosas.

Tras haber intentado garantizar la seguridad de todas las personas a su cargo, ella misma se buscó acomodo en la casa de una familia que colaboraba con su orden. Allí permaneció hasta que fue apresada durante un registro realizado por milicianos del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).

Inmediatamente fue trasladada a la checa barcelonesa de San Elías -bajo control de la CNT-FAI-, que ocupaba el edificio que hasta el comienzo de la guerra había sido un convento de religiosas Clarisas. Allí permaneció varios días presa, sometida a privaciones, insultos y golpes. Finalmente, el ocho de septiembre, uno de los responsables de la cárcel, apodado “el jorobado”, en compañía de otros tres milicianos, la trasladaron al patio central.


Una vez allí fue desnudada integramente y se le propuso apostatar para salvar su vida. La religiosa se negó, y los milicianos la colgaron de un gancho que habían instalado en una de las paredes. Ese gancho se usó en numerosas ocasiones para dar muerte de manera salvaje a los presos allí detenidos.

Esta muerte consistía en que eran aserrados vivos, hasta que morían desangrados entre terribles dolores. Y sus cuerpos eran posteriormente descuartizados y dados de comer a una piara de 42 cerdos que habían llevado a la checa tras una requisa realizada en los alrededores de la ciudad.

Poco después, los milicianos realizaron la matanza de varios de estos animales y vendían el producto anunciándolo como “chorizo de monja”. En clara referencia al martirio cometido con la superiora de las Carmelitas de la Caridad.


Varios testimonios de supervivientes de la checa de San Elías coinciden en señalar cómo fue la muerte de Apolonia Lizárraga:

“Actualmente se han encontrado testigos que nos refieren que estando ellos presos en la cárcel de San Elías en el año 1936, era de dominio público que el jefe de la checa, un tal «Jorobado», cebaba en total unos trescientos cerdos con carne humana. Que muchos presos eran echados a dichas piaras y que la General de las Carmelitas de la Caridad, Madre Apolonia Lizárraga, fue una de dichas víctimas que aserraron, descuartizaron (en cuatro partes) y luego en trozos más pequeños fue devorada por dichos animales que en la citada checa engordaban en número de 42”. Así lo cuenta Antonio Montero en su libro Historia de la persecución religiosa en España.

Otros testimonios coiciden en explicar la misma versión:

“Fue cogida prisionera, llevada por los milicianos a una checa, la desnudaron y la llevaron a un patio. La ataron muñecas y tobillos y fue colgada de un gancho a la pared del patio. Con un serrucho la cortaron. Ella rezaba y rogaba por sus asesinos. Estos luego dieron su cuerpo a comer a unos cerdos que tenían allí, que al poco tiempo los mataron y los comían y vendían diciendo que eran chorizos de monja“.

La Madre Apolonia Lizárraga fue beatificada el 28 de octubre de 2007 y recibió el nombre de Apolonia del Santísimo Sacramento.


Juan E. Pflüger

Fuente: La Gaceta



domingo, 24 de diciembre de 2017

FELIZ Y SANTA NAVIDAD



Apostolado Eucarístico les desea a todos sus lectores 
amigos una Feliz y Santa Navidad.

sábado, 23 de diciembre de 2017

miércoles, 20 de diciembre de 2017

LA SAGRADA COMUNIÓN Y EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA - XV


CAPÍTULO 15 
De qué manera se ha de oír la Misa. 

Lo que hemos dicho parece que nos obliga a tratar cómo se debe oír Misa, y lo que hemos de hacer en ella. Y así diremos acerca de esto tres cosas, que serán tres devociones que podemos tener en la Misa, y cada una de ellas es muy principal, y todas tres se pueden tener juntamente. Y no serán de nuestra cabeza, sino de nuestra madre la Iglesia, para que se tengan y estimen en lo que es razón, Cuanto a lo primero, hemos de presuponer que la Misa es una memoria y representación de la Pasión y muerte de Cristo, como queda dicho. Quiso el Redentor del mundo que este santo sacrificio fuese memoria de su Pasión y del amor que nos tuvo, porque entendió que acordándonos de lo que por nosotros padeció, nos sería esta continua memoria un despertador grande para amarle y servirle, y que no seríamos como el otro pueblo, que se olvidó del Señor que le salvó y le sacó de Egipto (Sal., 105, 21). Y así, una de las buenas devociones que podemos tener en la Misa, conforme a esto, es ir considerando los misterios de la Pasión que en ella se nos representan, sacando de allí actos de amor y propósitos de servir mucho al Señor. 

Para eso ayudará mucho saber las significaciones de lo que se hace y dice en la Misa, para que así vayamos entendiendo y gustando más de los misterios tan grandes que allí se nos representan: porque no hay palabra, ni signo, ni ceremonia que no tenga grandes significaciones y misterios; y todas las vestiduras y ornamentos con que se viste el sacerdote para decir Misa, nos representan también eso mismo. El amito dicen los Santos que representa el velo con que cubrieron el rostro a Cristo nuestro Redentor, cuando le decían, hiriéndole en el rostro: «Profetiza quién te dio.» El alba, la vestidura blanca con que Herodes, haciendo burla y escarnio de Él con su ejército, le envió vestido a Pilato. El cíngulo representa, o las primeras ataduras y sogas con que fue atado, cuando le prendieron, o los azotes con que fue azotado por mandado de Pilato. El manipulo significa las segundas ataduras con que ataron a Cristo las manos a la columna, cuando le azotaron. Se pone en el brazo izquierdo, que está más cercano al corazón, para denotar el amor grande con que recibió aquellos crueles azotes por nuestros pecados, y el amor con que es razón que nosotros correspondamos a tan grande amor y beneficio. La estola representa las terceras ataduras, que fue aquella soga que le echaron al cuello cuando llevaba la cruz a cuestas para ser crucificado. La casulla representa la vestidura de grana que le vistieron para burla y escarnio de Él; o, según otros, representa aquella túnica inconsútil que le desnudaron para crucificarle. 

El entrar el sacerdote en la sacristía a vestirse de estas vestiduras sacerdotales, representa la entrada de Cristo en este mundo, en el sagrario sacratísimo del vientre virginal de la Virgen María, Madre suya, donde se vistió las vestiduras de nuestra humanidad para ir a celebrar este sacrificio en la cruz. Y al salir el sacerdote de la sacristía canta el coro el introito de la Misa, el cual significa los grandes deseos y suspiros con que aquellos Santos Padres esperaban la Encarnación del Hijo de Dios (Isai., 16, 1; 64, 1): [Envía, Señor, el Cordero enseñoreador de la tierra. ¡Oh si rasgaras los Cielos y descendieras!] Y se torna a repetir otra vez el introito, para significar la frecuencia de estos clamores y deseos, que tenían aquellos Santos Padres de ver a Cristo en el mundo, vestido de nuestra carne. El decir el sacerdote la confesión, como hombre pecador, significa que Cristo tomó sobre sí todos nuestros pecados para pagar por ellos, y quiso parecer pecador y ser tenido por tal, como dice el Profeta Isaías (53, 4 y 11), para que nosotros fuésemos justos y santos. Los kyries, que quiere decir «Señor, misericordia», significan la gran miseria en que estábamos todos antes de la venida de Cristo. Sería cosa muy larga de discurrir por todos los misterios en particular. Basta entender que no hay cosa en la Misa que no esté llena de misterios; y todos aquellos signos y cruces que hace el sacerdote sobre la hostia y el cáliz, es para representarnos y traernos a la memoria los muchos y varios tormentos y dolores que Cristo padeció por nosotros en la cruz; y el levantar en alto la hostia y el cáliz en acabando de consagrar (fuera de que se hace para que el pueblo lo adore), nos representa cuando levantaron la cruz en alto para que todos le viesen crucificado. Cada uno puede entretenerse en la consideración de un misterio o dos, que más devoción le diere, sacando de ellos fruto para sí, y procurando corresponder a tan grande amor y beneficio y eso será más provechoso que el pasar de corrida muchos misterios por la memoria. Esta es la primera devoción que podemos tener en la Misa. 

La segunda devoción y modo de oír la Misa, es muy principal y muy propia de ella, y le apuntamos en el capítulo pasado. Para cuya inteligencia es menester presuponer dos cosas que allí declaramos, La primera, que la Misa no solamente es memoria y representación de la Pasión de Cristo, y de aquel sacrificio en que Él se ofreció en la cruz al Padre Eterno por nuestros pecados; sino es el mismo sacrificio que entonces se ofreció, y del mismo valor y eficacia. La segunda, que aunque sólo el sacerdote habla y con sus manos ofrece este sacrificio, pero todos los circunstantes le ofrecen también juntamente con él. Supuesto esto, digo que el mejor modo de oír la Misa es ir juntamente con el sacerdote ofreciendo este sacrificio, y haciendo en cuanto pudiéremos lo que él hace, haciendo cuenta que nos juntamos todos allí, no sólo a oír la Misa sino a ofrecer este sacrificio juntamente con el sacerdote, pues en realidad de verdad es así; y por eso esta ordenado que los sacerdotes digan con voz clara y moderadamente alta las cosas de la Misa que conviene que el pueblo oiga, para que vayan gustando y preparándose juntamente con el sacerdote para ofrecer este sacrificio con la preparación que la Iglesia con tan grande consejo y acuerdo ha ordenado para eso, porque todo lo que allí se dice y hace es un preparar y disponer, así al sacerdote como a los que asisten, para que con más devoción y reverencia ofrezcan este altísimo sacrificio. 

Para que mejor podamos poner esto en ejecución, se ha de notar que tres partes principales tiene la Misa: la primera es desde la confesión hasta el ofertorio, que toda ella es un preparar al pueblo para que dignamente pueda ofrecer este sacrificio, el principio con la confesión y aquellos versos de salmos, aun antes de llegar al altar. Luego los kyries, que fuera de significar, como dijimos, la grande miseria en que estábamos antes de la venida de Cristo, nos dan también a entender que el que ha de tratar negocios con Dios no los ha de tratar por justicia, sino por misericordia. Luego se sigue el Gloria in excelsis Deo, dando gloria a Dios por la Encarnación, y reconociendo el bien grande de este beneficio. Luego se sigue la oración. Y se debe notar que dice el sacerdote oremus y no oro, porque todos oran con él, y él en persona de todos. Y para que esto se haga con más espíritu, precede el pedir para ello la asistencia del Espiritu Santo, volviéndose el sacerdote al pueblo con el Dominus vobiscum, y respondiendo el pueblo Et cum spiritu tuo. La epístola significa la doctrina del Viejo Testamento y la de San Juan Bautista, que precedió como preparación y catecismo para la doctrina del Evangelio. El gradual, que se dice después de la epístola, significa la penitencia que hacía el pueblo con la predicación de San Juan Bautista. Y el Aleluya que sigue después del gradual, significa la alegría que tiene el alma después de haber alcanzado el perdón de los pecados por medio de la penitencia. El Evangelio significa la doctrina que Cristo predicó en el mundo. Y hace el sacerdote la señal de la cruz sobre el libro que ha de leer, porque nos ha de predicar a Cristo crucificado; y después hace la señal de la cruz en la frente, boca y pecho, y el pueblo también, en lo cual profesamos que tenemos a Cristo crucificado en nuestro Corazón, y que le confesaremos con nuestras lenguas y con nuestros rostros descubiertos, y que viviremos y moriremos en esta confesión. Se encienden nuevas lumbres para decir el Evangelio, porque esta doctrina es la que alumbra nuestras almas y la luz que trajo el Hijo de Dios al mundo (Lc., 2, 32). Oyese el Evangelio en pie, para darnos a entender la prontitud que hemos de tener para obedecerle y para defenderle cuando fuere menester. Oyese descubierta la cabeza para dar a entender la reverencia que hemos de tener a la palabra de Dios. Luego se sigue el Credo, que es el fruto que se saca de la doctrina del Evangelio, porque en él confesamos los artículos y principales misterios de nuestra fe. Esta es la primera parte de la Misa, la cual llaman Misa de los catecúmenos, porque hasta aquí se permitía estar en la Misa a los catecúmenos que no estaban bautizados, y a los infieles, así judíos como gentiles, para que oyesen la palabra de Dios y fuesen instruidos en ella. La segunda parte de la Misa es desde el ofertorio hasta el Pater noster, que llaman Misa del sacrificio, a la cual solos los cristianos pueden estar. Y así solía el diácono desde el púlpito mandar ir a los catecúmenos; y entonces se decía antiguamente el Ite, Missa est: Idos, porque la Misa, esto es, el sacrificio, se comienza ya al cual no es lícito a vosotros asistir. Esta es la principal parte de la Misa, donde se hace la consagración y se ofrece lo consagrado. Y así, el sacerdote comienza a tener silencio y a decir las oraciones en secreto, que no sean oídas de los circunstantes, como quien se acerca ya al sacrificio; como cuando se acercaba la Pasión, dice el sagrado Evangelio (Jn., 11, 54), que Cristo nuestro Redentor se retiró junto al desierto a la ciudad de Efrén, y que ya no andaba en público. Pues acercándose ya el sacerdote a ofrecer el sacrificio, se lava las manos para damos a entender la limpieza y puridad con que nos hemos de llegar a este sacrificio. 

Y se vuelve al pueblo diciendo que hagan oración juntamente con él, para que aquel sacrificio sea acepto y agradable a la Majestad de Dios. Y después de haber orado un poco secretamente, torna a interrumpir el silencio con el Prefacio, que es un apercibimiento más particular con que el sacerdote se dispone a sí y al pueblo para este santo sacrificio, exhortándoles a que levanten los corazones al Cielo y a que den gracias al Señor por haber bajado del Cielo a tomar nuestra carne y morir por nosotros (Mt 21, 9): [Bendito el que viene en el nombre del Señor, sálvanos en las alturas], que son aquellos loores con que le recibieron en Jerusalén el Domingo de Ramos. [Santo, Santo, Santo, el Señor Dios de los ejércitos], que son aquellas voces con que le están perpetuamente alabando los cortesanos del Cielo, como dice Isaías (6, 3) y San Juan en su Apocalipsis (4, 8). Luego comienza el Canon de la Misa, donde primero ruega el sacerdote al Padre Eterno que por los méritos de Jesucristo su único Hijo y Señor nuestro acepte este sacrificio por la Iglesia, por el Papa, por el prelado, por el rey. Y luego en secreto ruega a Dios por otras personas particulares, ofreciendo también el sacrificio por ellas, haciendo el primer memento que llamamos de los vivos. Y particularmente ofrece este sacrificio por los que están presentes. Y así es cosa muy provechosa asistir a la Misa, porque los que asisten a ella participan más de los dones de Dios, como los que asisten a la mesa del rey, y como los que le salen a recibir cuando entra en la ciudad; y como los que estuvieron al pie de la cruz, San Juan y nuestra Señora, la Magdalena y el buen ladrón. Ruperto abad dice que hallarse presente a la Misa es hallarse presente a las exequias de Cristo nuestro Redentor. Luego se sigue la consagración, en que, como dijimos en el capítulo pasado, consiste y se ofrece el sacrificio de la Misa por todos aquellos de quien en el memento se ha hecho mención. 

Pues digo que la mejor devoción que uno puede tener en la Misa es ir atendiendo a lo que el sacerdote dice y hace, e ir juntamente con él ofreciendo este sacrificio. Y haciendo, en cuanto puede, lo que él hace como bien es parte en tan grande negocio como allí se trata y celebra. Y cuando el sacerdote hace el memento de los vivos, es bueno hacer cada uno su memento rogando a Dios por los vivos; y después el de los difuntos también con el sacerdote. 

Nuestro Padre San Francisco de Borja hacía el memento de esta manera: presupuesta la consideración dicha, que este sacrificio representa y es el mismo que se ofreció en la cruz por nosotros, iba haciendo su memento por las cinco llagas de Cristo. En la llaga de la mano derecha encomendaba a Dios, el Papa y los cardenales, y todos los obispos y prelados, clérigos y curas, y todo el estado eclesiástico. En la llaga de la mano izquierda encomendaba a Dios el rey y todas las justicias y cabezas del brazo seglar. En la llaga del pie derecho, todas las religiones, y en particular la Compañía. En la llaga del pie izquierdo, todos sus deudos, parientes, amigos, bienhechores, y todos los que se habían encomendado en sus oraciones. La llaga del costado reservaba para sí, y allí se entraba y acogía él, [en las hendiduras de la piedra, en las grietas de la cerca] (Cant., 2, 14), pidiendo a Dios perdón de sus pecados y remedio de sus necesidades y miserias. Y así ofrecía este sacrificio por todas estas cosas, y por cada una de ellas, como si por sola ella le ofreciera; ofreciéndole siempre en particular por aquella persona o personas por quien decía la Misa por obligación o devoción, con voluntad de que se le aplicase de aquel santo sacrificio toda la parte que se le debía, sin que fuese defraudado en nada por los demás a quien lo aplicaba.

De la misma manera hacía el memento de los difuntos; ofreciendo aquel sacrificio, lo primero, por la persona o personas por quien particularmente decía la Misa; lo segundo, por las ánimas de sus padres Y parientes; lo tercero, por los difuntos de su Religión; lo cuarto, por sus amigos, bienhechores, encomendados, y por todos aquellos a quien tenía alguna obligación; lo quinto, por las ánimas que están más desamparadas, que no tienen quien haga bien por ellas, y por las que están en más graves penas y en mayor necesidad, y por las que están más cerca de salir del purgatorio, y por las que sería mayor caridad y servicio de Dios ofrecerle. Así hemos de hacer nosotros, de esta u otra manera, como cada uno mejor se hallare. 

Y particularmente hemos de ofrecer este sacrificio por tres cosas, que entre otras muchas nos tienen muy obligados y cercados por todas partes: la primera, en hacimiento de gracias por los beneficios grandes que hemos recibido de la mano de Dios, así generales como particulares; la segunda, en satisfacción y recompensa de nuestros pecados; la tercera, para pedir remedio de nuestras necesidades y flaquezas, y alcanzar nuevas mercedes del Señor. Y es muy bueno ofrecer cada uno a Dios este sacrificio por estas tres cosas, no sólo por sí mismo, sino también por los prójimos, ofreciéndole, no sólo por los beneficios que él ha recibido, sino también por las mercedes tan grandes que ha hecho y que cada día hace a todos los hombres. Y no sólo en satisfacción y recompensa de sus pecados, sino de todos los pecados del mundo, pues basta y sobra para satisfacer y aplacar por todos ellos al Padre Eterno. Y no sólo para pedir remedio de las miserias y necesidades propias y particulares, sino de todas las de la Iglesia. Y en esto se conforma uno más con el sacerdote que lo hace así; fuera de que la caridad y celo de las almas pide que no sólo tenga uno cuenta con su caso particular, sino con el bien común de la Iglesia. Y generalmente es bueno ofrecer este sacrificio por todo aquello que Cristo le ofreció estando en la cruz, y por lo que él quiso que se ofreciese cuando le instituyó. Y será bueno ofrecernos también a nosotros mismos, juntamente con Cristo, en sacrificio al Padre Eterno cada día en la Misa por estas mismas cosas, sin quedar nada en nosotros que no se lo ofrezcamos. Porque aunque es verdad que son de muy poco valor nuestras obras de suyo, pero teñidas en la sangre de Cristo y en unión de sus méritos y Pasión, serán de mucho valor y agradarán mucho a Dios. 

San Crisóstomo dice que la hora en que se ofrece este divino sacrificio es el tiempo más oportuno que hay para negociar con Dios, y que los ángeles tienen ésta por suavísima coyuntura para pedirle mercedes en favor del género humano, y que claman allí con grande ahínco por nosotros a Dios, por ser el tiempo tan acomodado. Y así dice que están allí escuadrones celestiales de ángeles, de querubines y serafines, arrodillados con grande reverencia ante la Majestad de Dios; y que luego en ofreciéndose este sacrificio, van volando estos correos celestiales para que las cárceles del purgatorio se abran, y se ejecute lo que allí se ha despachado. Y así es razón que nosotros sepamos estimar esta coyuntura, y aprovecharnos de tan buena ocasión, y que vayamos a la Misa a ofrecer este divino sacrificio con grande confianza, que por medio de él aplacaremos la ira del Padre Eterno, y pagaremos las deudas de nuestras pecados, y alcanzaremos los dones y mercedes que le pidiéremos. 

La tercera devoción pertenece particularmente a la tercera parte de la Misa, que es desde el Pater noster hasta el fin, donde el sacerdote consume; y las oraciones que se dicen después de la Comunión todas son un hacimiento de gracias por el beneficio recibido. Pues lo que han de hacer entonces los que oyen la Misa, es ir también en esto con el sacerdote en cuanto pudieren. No podemos comulgar en cada Misa sacramentalmente, pero espiritualmente sí. Pues ésta sea la tercera devoción de la Misa, que es muy buena y muy provechosa, que cuando comulga el sacerdote Sacramentalmente, comulguen también espiritualmente los que se hallan presentes. Comulgar espiritualmente es tener un deseo muy grande de recibir este santísimo Sacramento, conforme a aquellas palabras de Job (31, 31): [¿Quién nos diera que pudiésemos hartarnos de su carne?] Así como al goloso se le van los ojos tras la golosina, así al siervo de Dios se le han de ir los ojos y el corazón tras este divino manjar, y cuando el sacerdote abre la boca para consumir ha de abrir él la boca de su ánima con un deseo grande de recibir aquel divino manjar y estarse saboreando en aquello. De esta manera Dios satisfará el deseo del corazón con aumento de gracia y de caridad, conforme a aquello que Él promete por el Profeta (Sal., 80, 11): [Abre tu boca y te la llenaré]. Pero nota aquí el Concilio Tridentino que para que el deseo de recibir este santísimo Sacramento sea comunión espiritual, es menester que nazca de fe viva, informada de la caridad. Quiere decir, que es menester que el que tiene este deseo esté en caridad y gracia de Dios, porque entonces consigue ese fruto espiritual, uniéndose más con Cristo; pero en el que estuviese en pecado mortal, este deseo no sería comunión espiritual; antes, si desease comulgar estando en pecado, pecaría mortalmente; y si lo desease, saliendo primero de él, aunque sería buen deseo, no sería comunión espiritual; porque como no está en gracia, no puede recibir el fruto de ella. De manera que es menester estar en gracia de Dios, y tener entonces este deseo es comulgar espiritualmente, porque por ese deseo de recibir este santísimo Sacramento participa de los bienes y gracias espirituales que suelen participar los que le reciben sacramentalmente. 

Y aun puede ser que el que comulga espiritualmente reciba mayor gracia que de que comulga sacramentalmente, aunque comulgue en estado de gracia: porque aunque es verdad que la Comunión sacramental de suyo es de mayor provecho y de mayor gracia que la espiritual, porque, al fin, es Sacramento y tiene privilegio de dar gracia ex opere operato, lo cual no tiene la comunión espiritual; pero con tanta devoción, reverencia y humildad puede uno desear recibir este santísimo Sacramento, que reciba con eso mayor gracia que el que le recibe sacramentalmente, no con tanta disposición. 

Y más: hay otra cosa en esta comunión espiritual, que como es secreta y no la ven los demás, no hay ningún peligro de vanagloria de los circunstantes, como la hay en la Comunión sacramental, que es pública. Y más: tiene otro privilegio particular que no tiene la sacramental, y es que se puede hacer más veces. Porque la sacramental se hace una vez en la semana, o cuando mucho, una vez cada día; pero la espiritual puede hacerse, no solamente cada día, sino muchas veces al día. Y así tienen muchos esta loable devoción de comulgar espiritualmente, no sólo cuando oyen Misa, sino cada vez que visitan el santísimo Sacramento, y otras veces. 

Y es bueno el modo de comulgar espiritualmente que usan algunos siervos de Dios; el cual pondremos aquí para que se pueda aprovechar de él el que quisiere. Cuando oís Misa o cuando visitáis el santísimo Sacramento, o cada y cuando que quisiereis comulgar espiritualmente, despertad vuestro corazón con afectos y deseos de recibir este santísimo Sacramento, y decid: ¡Oh Señor, quién tuviera la limpieza y puridad que es menester para recibir dignamente tan gran Huésped! ¡Oh, quién fuera digno de recibiros cada día y teneros siempre en sus entrañas! ¡Oh Señor, qué rico estuviera yo si os mereciera recibir y traer a mi casa! ¡Qué dichosa fuera mi suerte! Pero no es necesario Señor, venir Vos a mí sacramentalmente para enriquecerme; queredlo, Dios mío que eso bastará; mandadlo Vos, Señor, y quedaré justificado. Y en testimonio de esto decid aquellas palabras que usa la Iglesia (Mt, 8, 8): Señor mío Jesucristo, yo no soy digno que Vos entréis en mi morada; mas decidlo Vos, que con vuestra sola palabra mi ánima será sana y salva. Si mirar la serpiente de metal bastaba para sanar los heridos (Num., 21, 9), también bastará el miraros a Vos con fe viva y con ardiente deseo de recibiros. Y será bueno añadir la antífona: O Sacrum convivium, etc., y el verso: Panen de Caelo, etc. con la oración del santísimo Sacramento. 


EJERCICIO DE PERFECCIÓN Y 
VIRTUDES CRISTIANAS 
Padre Alonso Rodríguez

UN PESEBRE DE TINIEBLAS (EN EL VATICANO)



En la Plaza del Vaticano han puesto un pesebre, pero un pesebre de tinieblas, con muerto y hombre desnudo incluido. ¿Qué hacen un muerto y hombre desnudo en un pesebre? ¿Pero qué mentes retorcidas son las autoras de tal profanación del misterio del nacimiento del Niño Dios?

Nada menos que en el corazón de la Cristiandad se pone un ofensivo y blasfemo pesebre. Estamos ante un ejemplo de la nueva evangelización, que tiene por bandera la blasfemia, el sacrilegio y la apostasía.

Es un pesebre burla.

Es un pesebre ofensivo y blasfemo.

Es un pesebre que se sale de la tradición totalmente.

Es un pesebre pesadilla, que quita el sueño.

Es un pesebre sin ternura.

Es un pesebre fruto de unas mentes retorcidas y sucias.

Es un pesebre infundido e inspirado por el mismo Satanás.

Es un pesebre que destroza la verdad de la fe católica.

Es un pesebre que ofende la más íntima sensibilidad católica.

Es un pesebre feo, sin gusto, para salir corriendo.

Es un pesebre que muestra una escena falsa para confundir e inducir al error.

Es un pesebre que merece una repulsa de los fieles a nivel a la Iglesia universal.

Estamos ante la obra de la mente humana, pero sin fe católica; es la mente retorcida del hombre socarrón y burlesco, charlatán y juerguista, sacrílego y pervertido; es la mente del profanador de lo sagrado, del que se ríe de la fe inamovible de la tradición; es la mente del hombre que juega a ser un diosecillo, que impone sus ideas miserables como objeto de culto y creencia.

¿Dónde queda la alegría del momento con el muerto en el pesebre? ¿Dónde la santidad? ¿Dónde la inmaculada pureza de la escena de la Sagrada Familia con el hombre desnudo? ¿Dónde el misterio del nacimiento del Niño Dios? ¿Dónde el misterio de la Obra Redentora? Dios se hace hombre para redimir al hombre del pecado, entonces, ¿qué hace un hombre desnudo? ¿Dónde está el pudor, la inocencia, la pureza, la castidad, el recato, la honestidad que inspira la escena del pesebre?

Estamos ante una ofensa inadmisible a los fundamentos de la fe.

Todos los fieles debemos inundar el Vaticano con cartas y correos electrónicos de repulsa por tal ofensa al Niño Dios, a la pureza de María y la castidad de San José.

No podemos seguir más tiempo callados. Desde el Vaticano se ofende nuestra fe. Desde la cabeza de la Iglesia fluye el fango que ensucia la cara de la Iglesia.

Pongámonos en movimiento, pero no para secundar la herejía y el sacrilegio, si no para oponernos a ello. Empecemos por dirigir nuestra más enérgica repulsa al Vaticano y al Nuncio del Papa en cada país.

Los católicos decimos: ¡BASTA! ¡No ofendáis más nuestra fe!

Carlos María Rey




martes, 12 de diciembre de 2017

EL DILUVIO




Génesis 6

Corrupción del género humano

1Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, 2∗y vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron de entre todas ellas por mujeres las que les agradaron. 3Entonces dijo Yahvé: “No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, a causa de su delito; no es más que carne, y serán sus días ciento veinte años.” 4∗En aquellos días había gigantes en la tierra, y también después, cuando los hijos de Dios se llegaron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Éstos son los héroes, los varones famosos de la antigüedad.
5Viendo, pues, Yahvé que era grande la maldad del hombre sobre la tierra, y que todos los pensamientos de su corazón se dirigían únicamente al mal, todos los días, 6∗Yahvé se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra, y se dolió en su corazón. 7Y dijo Yahvé: “Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta las bestias, hasta los reptiles, y hasta las aves del cielo, porque me arrepiento de haberlo hecho.”
8Mas Noé halló gracia a los ojos de Yahvé.

El patriarca Noé

9∗He aquí la historia de Noé. Noé fue varón justo y perfecto entre los hombres de su tiempo, pues anduvo con Dios. 10Y engendró Noé tres hijos: Sem, Cam y Jafet. 11La tierra estaba entonces corrompida delante de Dios, y llena de violencia. 12Miró, pues, Dios la tierra, y he aquí que estaba depravada, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra.

Construcción del arca

13Dijo entonces Dios a Noé: “He decidido el fin de toda carne; porque la tierra está colmada de violencia por culpa de ellos; por eso he aquí que voy a exterminarlos juntamente con la tierra. 14Hazte un arca de maderas resinosas, la cual dividirás en compartimientos y calafatearás por dentro y por fuera con betún. 15∗La fabricarás de esta manera: trescientos codos será la longitud del arca, cincuenta codos su anchura, y treinta codos su altura. 16∗Harás en el arca una abertura para la luz, la cual dispondrás arriba, a un codo del techo. La puerta del arca pondrás en uno de sus costados, y harás un piso primero, un segundo y un tercero.
17Pues he aquí que voy a traer un diluvio de aguas sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene en sí aliento de vida bajo el cielo. Todo lo que existe en la tierra, perecerá. 18∗Pero contigo estableceré mi pacto: Entrarás en el arca tú, y tus hijos, y tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. 19Y de todos los animales de toda carne, de toda clase (de ellos), introducirás parejas en el arca para que tengan vida contigo; serán macho y hembra; 20∗de las aves según su especie, de las bestias según su especie, de todos los reptiles de la tierra según su especie. Dos de cada clase vendrán a ti, para que les conserves la vida. 21Provéete de todo alimento que se come, acópiate provisiones para que os sirvan de comida a ti y a ellos.” 22Noé hizo conforme a cuanto Dios le había mandado. Así se hizo.
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∗ 2. ¿Quiénes son esos hijos de Dios? No se trata aquí de reminiscencias mitológicas, pues la Biblia no ofrece mitologías sino verdades. La interpretación judía, y también la de muchos Padres ha visto en los hijos de Dios a los ángeles. Santo Tomás empero, dice que los ángeles, aunque asumen a veces una apariencia corpórea, no tienen cuerpos materiales y por lo mismo no realizan aquellos actos vitales que se indican en este pasaje. Además, el término “hijos de Dios”, no es exclusivo de los ángeles, sino que se aplica también al hombre, p. ej. en Deuteronomio 14, 1; Sabiduría 5, 5; Os. 1, 10 (Hebreos 2, 1). Las hijas de los hombres: las mujeres de la raza de Caín, que corrompieron a los “hijos de Dios”, es decir, a los hijos del linaje de Set. Tenemos aquí el primer fruto de los matrimonios mixtos.
∗ 4 s. Gigantes: hijos de los matrimonios aludidos en el versículo 2. Cultivaban la fuerza física bruta y pisoteaban los derechos de Dios y de los hombres. El profeta Baruc los llama diestros en la guerra (Baruc 3, 26), la que constituía su ocupación principal. La existencia de gigantes está atestiguada no solamente por la Biblia, aun para el tiempo después del diluvio (Núm. 13, 29; Deuteronomio 2, 10; 3, 11; etc.), sino también por las tradiciones orales de muchos pueblos, y ante todo por las excavaciones modernas. Famosos: tal vez por sus progresos técnicos como los cainitas (4, 17 ss y nota), pero mucho más por sus maldades, que les acarrearon el castigo del diluvio. Ante ellos, y ante todos sus contemporáneos, se presenta Noé como “predicador de la justicia” (II Pedro 2, 5), para recordarles las leyes de Dios, aunque su misión está condenada al fracaso, a pesar de los ciento veinte años que Dios le concede para su obra de profeta y predicador (cf. v. 12 s). No le hicieron caso, sino que “siguieron comiendo y bebiendo, tomando en matrimonio y dando en matrimonio, hasta el día en que entró Noé en el Arca”. (Mateo 24, 38).
∗ 6. Se arrepintió: Antropomorfismo, “Dios no es un hombre para arrepentirse” (I Reyes 15, 29). Se aflige su corazón paternal porque sabe que para la apostasía no hay otro remedio que el exterminio (cf. Hebreos 6, 4-8; 10, 26 ss.).
∗ 9. Anduvo con Dios, lo mismo que Enoc, su bisabuelo (cf. 5, 24), que vivió de la fe y por eso fue trasladado (cf. Hebreos 11, 5).
∗ 15. El codo grande o sagrado medía, en centímetros: 52,5 (medida egipcia) o 55 (medida babilónica); el codo pequeño o común, 45 y 49, respectivamente. Aquí se trata probablemente del codo sagrado, de manera que las medidas del arca eran, en metros: 157,5 por 26,5 por 15,75, o 165 por 27,5 por 16,5. San Agustín opina que estas proporciones del arca han sido tomadas del cuerpo, el cual extendido en el suelo es seis veces más largo que ancho y diez veces más largo que alto. El volumen del arca, en total alrededor de 450.000 codos cúbicos, ofrecía espacios suficientes para los animales y las provisiones.
∗ 16. Es de suponer que la ventana se extendía por toda la parte superior del arca. “La manera más natural de imaginarse el arca es suponer entre las paredes laterales y el techo un espacio libre, de un codo, para dar aires y luz al arca” (Nácar-Colunga).
∗ 18. El pacto consiste en salvar al patriarca y su familia y hacerlo segundo padre del linaje humano. Será el segundo ensayo de fundar el reino de Dios sobre la tierra, después de la apostasía de las generaciones antediluvianas; pero aun esta vez, como veremos más adelante, se le opondrá la mentalidad egoísta del hombre. Cf. 8, 21 y nota.
∗ 20. Vendrán a ti: Aunque se ha probado que en el arca cabían todos los seres vivientes, no deja de ser un milagro lo que aquí se dice de la reunión espontánea, sin cooperación humana, de tantos animales, ya que muchos eran salvajes. Obsérvese la distinción entre animales puros e impuros (7, 2), que es como una anticipación de la Ley de Moisés (cf. Levítico capítulo 11: Deuteronomio 14, 3 ss.). Vemos, pues, que la distinción entre bestias puras e impuras es más antigua que la Ley del Sinaí. La diferencia entre ambas clases consistía en que estaba prohibido comer carne de animal impuro o tocarlo, y que también para los sacrificios podían tomarse solamente animales puros.


Génesis 7

Noé entra en el arca

1Y dijo Yahvé a Noé: “Entra en el arca, tú y toda tu casa, porque a ti te he visto justo delante de Mí en medio de esta generación. 2De todos los animales puros te elegirás siete parejas, machos con sus hembras; y de todos los animales que no son puros, dos parejas, machos con sus hembras. 3Asimismo de las aves del cielo siete parejas, machos y hembras para que se conserve su descendencia sobre la faz de toda la tierra. 4Porque de aquí a siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches y exterminaré de la tierra todo ser viviente que he hecho.” 5∗E hizo Noé conforme a cuanto Yahvé le había mandado.

El diluvio

6∗Tenía Noé seiscientos años cuando el diluvio de aguas vino sobre la tierra.
7Entró Noé en el arca, y con él sus hijos, y su mujer, y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las aguas del diluvio. 8De los animales puros, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobe la tierra, 9llegaron a Noé al arca, parejas, machos y hembras, como Dios había ordenado a Noé. 10Y al cabo de siete días las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.
11∗El año seiscientos de la vida de Noé, el mes segundo, el día diez y siete del mes, en ese día prorrumpieron todas las fuentes del grande abismo, y se abrieron las cataratas del cielo. 12Y estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. 13En aquel mismo día entró Noé en el arca, con Sem, Cam y Jafet, hijos de Noé, y con ellos la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos; 14ellos, con todos los animales, según su especie, y todas las bestias domésticas según su especie, y todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, según su especie, y todas las aves según su especie, todo pájaro, todo volátil. 15Se llegaron a Noé, al arca, de dos en dos, de toda carne en que hay aliento de vida 16Y los que habían venido, machos y hembras de toda carne, entraron como Dios había mandado. Y tras él cerró Yahvé la puerta.

Los efectos del diluvio

17El diluvio duró cuarenta días sobre la tierra. Y crecieron las aguas y levantaron el arca, la cual se alzó sobre la tierra. 18Y se aumentaron las aguas y crecieron muchísimo sobre la tierra, mientras el arca flotaba sobre las aguas. 19Tan desmesuradamente crecieron las aguas sobre la tierra, que quedaron cubiertos todos los
montes más altos que había bajo el cielo entero.
20Quince codos se alzaron sobre ellos las aguas y fueron así cubiertos los montes.
21∗Entonces murió toda carne que se movía sobre la tierra; aves y ganados y fieras y todo reptil que se arrastraba sobre la tierra, y todos los hombres. 22Todos los seres que en sus narices tenían soplo de vida, de cuantos hay en la tierra firme, perecieron. 23∗Así fue exterminado todo ser viviente que había sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, hasta los reptiles y hasta las aves del cielo. Fueron exterminados de la tierra, y quedaron solamente Noé y los que con él estaban en el arca. 24Por espacio de ciento cincuenta días se alzaron las aguas sobre la tierra.

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  5. Noé no sólo construyó el arca, sino que al mismo tiempo sufrió el desprecio de sus contemporáneos que lo tomaron por loco. Cf. 6, 4 s. nota; Eclesiástico 44, 17-19; Mateo 24, 37; Lucas 17, 26; Hebreos 11, 7; II Pedro 2, 5.
∗ 6. Seiscientos años: San Cirilo de Jerusalén subraya en este caso la longanimidad de Dios y dice: “Quinientos años tenía Noé cuando Dios le anunció el diluvio, y seiscientos cuando lo envió. ¿No ves la grandeza de la clemencia de Dios alargada por cien años más cuando podía haber dado el castigo en el momento de anunciarlo? Pero Él quiso retrasarlo a propósito para dar lugar a la penitencia” (Cat. II).
∗ 11. El mes segundo sería, según la era antigua babilónica, la segunda mitad de octubre y la primera de noviembre. Por el “grande abismo”, los antiguos entendían los espacios alrededor de la tierra, en cuyas profundidades se creía que había fuentes.
∗ 21. Toda carne, o sea, todos los seres vivientes que en sus narices tenían soplo de vida (v. 22) perecieron, pero no todos perdieron la vida eterna. Esto nos revela San Pedro en el misterioso pasaje de I Pedro 3, 19, donde habla de la predicación del Evangelio, por el mismo Jesucristo, en el infierno y nombra expresamente a los hombres del diluvio. Véase nota respectiva.
∗ 23. Se levanta aquí la pregunta: ¿Fue el diluvio una catástrofe “universal”, y en qué sentido? Antiguamente se sostenía con todo rigor la universalidad del diluvio, fundándose en los pasajes del Génesis 6, 7: “Exterminaré de sobre la faz de la tierra al hombre que he creado” (cf. 6, 13), y Génesis 9, 19: “Estos tres son los hijos de Noé, por los cuales fue poblada la tierra”. Cf. Sabiduría 14, 6: I Pedro, 3, 20: II Pedro 2, 5; 3, 6. Aducen asimismo el testimonio de los Padres y antiguos intérpretes que se han pronunciado unánimemente a favor de la universalidad del diluvio y ven, precisamente por ello, en el arca una figura de la Iglesia. Para resolver el problema de la universalidad conviene estudiarlo bajo sus distintos aspectos: 1) No necesitamos sostener la “universalidad zoológica”, pues no perecieron los peces, de los cuales la Biblia no habla en estos capítulos, como tampoco de los insectos, ya que el término: “todo lo que se arrastra sobre la tierra”, (7, 8) se refiere a los reptiles. La zoología conoce 8.000 especies de animales. Dos o siete parejas de cada especie serían unos 30.000 o 40.000 animales. ¿Cómo atenderlos en el arca, donde había solamente ocho personas? 2) Tampoco existe la necesidad de defender la “universalidad geográfica” del diluvio, pues, como dicen los representantes de las ciencias naturales, faltaba para ello el agua. Todas las aguas de la tierra no serían capaces de cubrir el orbe entero hasta las cumbres más altas de las montañas. 3) Queda, por consiguiente, abierta solamente la cuestión de la “universalidad antropológica”. Los que admiten el carácter parcial del diluvio en sentido antropológico (Hummelauer, Lesètre, Heinisch, Ceuppens, etc.) hacen notar que el autor sagrado habla solamente de un sector de la humanidad, es decir, de los hijos de Caín y Set, sin mencionar a los descendientes de los demás hijos de Adán, (cf. 5, 4), por lo cual, dicen, los capítulo 6 y 7 se refieren exclusivamente a ese reducido grupo de hombres de que se ocupa el autor del Génesis, puesto que los otros no entran en la narración. Afirman también que en hebreo la expresión “toda la tierra”, puede significar “todo el país”, es decir, el país del cual habla el hagiógrafo. Cf. Génesis 41, 54, donde “toda la tierra” también se toma en sentido restringido. En cuanto a la interpretación dada por los Padres, los defensores de esta hipótesis alegan que su unánime testimonio hace fe únicamente cuando explican verdades de fe. Con todo, hay que decir con Simón-Prado que la universalidad antropológica es probabilísima. Ningún acontecimiento bíblico ha dejado tantas huellas en las tradiciones de los pueblos como esta narración del diluvio. Cf. el mito babilónico de Utnapistim, el griego de Deucalión y Pirra, la leyenda de Manú en la India, el Popolvuh o Génesis de los antiguos guatemaltecos, etc.


Génesis 8

Retroceden las aguas

1Acordóse Dios de Noé y de todas las fieras y de todas las bestias que con él estaban en el arca; e hizo Dios pasar un viento sobre la tierra, y bajaron las aguas. 2Entonces se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas del cielo, y se detuvo la lluvia del cielo. 3Poco a poco retrocedieron las aguas de sobre la tierra; y cuando al cabo de ciento cincuenta días las aguas empezaron a menguar, 4∗reposó el arca sobre los montes de Ararat, en el mes séptimo, el día diecisiete del mes. 5Las aguas siguieron decreciendo paulatinamente hasta el mes décimo, y el día primero del décimo mes aparecieron las cumbres de los montes.
6Pasados cuarenta días, abrió Noé la ventana que había hecho en el arca, 7∗y soltó un cuervo, el cual yendo salía y retornaba hasta que se secaron las aguas sobre la tierra. 8Después soltó Noé una paloma, para ver si se habían retirado ya las aguas de la superficie terrestre. 9Mas como la paloma no hallase donde poner la planta de su pie, tornó hacia él, al arca, porque había todavía agua sobre toda la tierra; y alargando él su mano, la asió y la metió consigo en el arca. 10Esperó otros siete días y soltó de nuevo la paloma fuera del arca. 11∗La paloma volvió a él al atardecer, y he aquí que traía en su pico hoja verde de olivo, por donde conoció Noé que las aguas se habían retirado de la tierra. 12Esperó todavía otros siete días y soltó la paloma, la cual no volvió más a él.

Noé sale del arca

13El año seiscientos uno, el día primero del primer mes, ya no había aguas sobre la tierra, y abriendo Noé la cubierta del arca miró y vio que estaba seca la superficie del suelo. 14En el mes segundo, a los veintisiete días del mes, quedó seca la tierra. 15Habló entonces Dios a Noé, y dijo: 16 “Sal del arca, tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos. 17Y sacarás contigo todos los animales de toda carne que te acompaña, aves, bestias y todos los reptiles que se arrastran en el suelo; pululen sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre la tierra.” 18Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos. 19Salieron también del arca, según sus especies, todos los animales, todos los reptiles y todas las aves, todo cuanto se mueve sobre la tierra.

Sacrificio de Noé

20Después erigió Noé un altar a Yahvé, y tomando de todos los animales puros, y de todas las aves puras, ofreció holocaustos en el altar. 21∗Al aspirar Yahvé el agradable olor dijo en su corazón: “No volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque los deseos del corazón humano son malos desde su niñez, ni volveré a exterminar a todos los seres vivientes, como he hecho. 22Mientras dure la tierra, no cesarán (de sucederse) sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche.

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∗ 4. Ararat: Armenia, cuyo nombre babilónico es Urartu. El día diecisiete: La Vulgata de San Jerónimo vierte: del día veintisiete.
∗ 7. Salía y retornaba: La Vulgata dice Salió y no volvió. Se ha probado que la Vulgata antigua traía un texto igual al hebreo, por lo cual la Comisión Pontificia, a cuyo cuidado está la revisión de la Vulgata, ha restaurado en este lugar la forma primitiva del texto.
∗ 11. “La paloma, dice San Buenaventura, volvió al arca, con un ramo de olivo en el pico. De igual modo, el alma que es semejante a la paloma, vuelve de nuevo al Señor, porque en él halla descanso” (Sermón del Sábado Santo). Desde entonces el ramo de olivo se toma como símbolo de la paz. Tanto la paloma como el aceite de olivos son también símbolos del Espíritu Santo, cuya obra pacificadora no debemos olvidar en esta primera reconciliación del género humano con Dios; pues la paz es, según San Pablo, “fruto del Espíritu” (Gálatas 5, 22). Sobre la actividad del Espíritu Santo en la creación véanse las notas a Génesis 1, 1 y 2.
∗ 21. Malos desde su niñez: Alusión al pecado original. Mucho más que nosotros mismos conoce Dios el corazón humano, ese corazón falaz que hoy es bueno y mañana malo, y siempre flaco, porque lleva en sí la herencia del pecado de Adán. Aun los paganos conocían esta flaqueza innata, la cual el poeta Horacio ha caracterizado con las clásicas palabras: “Nitimur in vetitum semper cupimusque negata” (II Ep. 1, 94). La inclinación de nuestra naturaleza corrompida nos lleva siempre a desear lo prohibido y seguir los movimientos desordenados que surgen de nuestro corazón, como confiesa humildemente el apóstol San Pablo: “Ya no soy, pues, yo quién lo hago, sino el pecado que habita en Mí” (Romanos 7, 17). Con todo Dios no hará venir otro diluvio, pues nuestra misma naturaleza, tan débil y expuesta a peligros, provoca su misericordia. Cuanto más endebles somos nosotros, tanto mayor es su ternura y bondad (cf. Salmo 53, 8 y nota). “El diluvio” es figura del juicio final, y también del Bautismo (I Pedro 3, 21); el arca, figura de la Iglesia, “la cual nos hace felices mediante la madera” (de la cruz), dice San Agustín.


Genesis 9

Dios bendice a Noé

1Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: “Creced y multiplicaos y llenad la tierra. 2Tengan miedo y tiemblen ante vosotros todos los animales de la tierra, y todas las aves del cielo y todo lo que se arrastra sobre el suelo, y todos los peces del mar. En vuestra mano están puestos. 3∗Todo lo que se mueve y tiene vida, os servirá de alimento. Como ya la hierba verde, así os lo entrego todo. 4∗Pero no comeréis la carne con su vida, es decir, con su sangre. 5∗Pues, en verdad, Yo pediré cuenta de vuestra sangre, para (protección) de vuestra vida; de mano de todo ser viviente la demandaré. De mano del hombre, de mano de su propio hermano, demandaré la vida del hombre.
6Cualquiera que derramare sangre humana,
por mano de hombre será derramada su sangre;
porque a imagen de Dios
hizo Él al hombre.
7Vosotros, pues, creced y multiplicaos; dilataos sobre la tierra y aumentaos en ella.”

Alianza de Dios con Noé

8Dijo Dios a Noé, y a sus hijos juntamente con él: 9 “He aquí que Yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestra descendencia después de vosotros; 10y con todo ser viviente que esté entre vosotros, aves, bestias domésticas y salvajes de la tierra que hay entre vosotros, con todo lo que sale del arca, hasta el último animal
de la tierra.


11Hago mi pacto con vosotros: No será exterminada ya toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.” 12Y dijo Dios: “Esta es la señal del pacto que por generaciones perpetuas establezco entre Mí y vosotros y todo ser viviente que se halla entre vosotros: 13∗Pondré mi arco en las nubes, que servirá de señal del pacto entre Mí y la tierra. 14Cuando Yo cubriere la tierra con nubes y apareciere el arco entre las nubes, 15me acordaré de mi pacto que hay entre Mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y las aguas no volverán más a formar un diluvio para exterminar toda carne. 16Pues cuando aparezca el arco en las nubes, Yo lo miraré, para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, de toda carne que existe sobre la tierra.” 17Dijo, pues, Dios a Noé: “Esta es la señal del pacto que he establecido entre Mí y toda carne sobre la tierra.”

Los hijos de Noé

18Los hijos de Noé, que salieron del arca, eran Sem, Cam y Jafet. Cam es el padre de Canaán. 19Estos tres son los hijos de Noé, y por ellos ha sido poblada toda la tierra. 20Noé comenzó a cultivar la tierra y plantó una viña. 21∗Mas bebiendo del vino se embriagó, y se quedó desnudo en medio de su tienda. 22Vio Cam, padre de Canaán, la desnudez de su padre, y fue a decirlo a sus dos hermanos (que estaban) afuera. 23Entonces Sem y Jafet tomaron entrambos el manto (de Noé), se lo echaron sobre los hombros, y yendo hacia atrás cubrieron la desnudez de su padre. Tenían vuelto el rostro de modo que no vieron la desnudez de su padre. 24Cuando despertó Noé de su vino y supo lo que había hecho con él su hijo menor, 25∗dijo:
“Maldito sea Canaán;
esclavo de esclavos será para sus hermanos.”

26∗Y agregó:
“Bendito sea Yahvé, el Dios de Sem;
y sea Canaán su esclavo.
27Dilate Dios a Jafet,
que habitará en las tiendas de Sem;
y sea Canaán su esclavo.”
28Vivió Noé, después del diluvio, trescientos cincuenta años. 29Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años, y murió.

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∗ 3. Fundándose en este versículo, creen algunos expositores que antes del diluvio los hombres no comían carne y que Noé fue el primero en hacerlo después del diluvio. Citan a favor de su hipótesis lo que Dios había dicho a Adán: “Ved que os doy toda planta, portadora de semilla sobre la tierra y todos los árboles, los cuales tienen en sí fruto de árbol con semilla, para que os sirvan de alimento” (Génesis 1, 29).
∗ 4. Carne con vida, o sea, sangre, pues la sangre se consideraba como asiento de la vida y la vida como propiedad de Dios, por lo cual el comer sangre era una suerte de sacrilegio. La prohibición de comer sangre fue también uno de los preceptos que los apóstoles, respetando las costumbres de los judíos convertidos al cristianismo, impusieron, al menos transitoriamente, a los cristianos de la gentilidad (Hechos 15, 20). Más adelante se perdió el precepto, porque sólo había sido dado para los que estaban bajo la Ley antigua.
∗ 5. La efusión de la sangre humana había de vengarse hasta en las bestias que fueran causa de la muerte de un hombre (véase Éxodo 21, 28), porque el hombre es imagen y semejanza de Dios (Génesis 1, 26).

∗ 13. Servirá de señal del pacto: El arco iris, “el testigo fiel en el cielo”, como lo llama el salmista (Salmo 88, 38), no fue puesto para que Dios no olvidase sus promesas, sino para que nosotros, al ver esta señal, nos acordásemos de la misericordia que Dios nos ha prometido, y tuviésemos confianza en ella (San Juan Crisóstomo).
∗ 21. Los Padres dicen que Noé no pecó, pues bebió del vino sin conocer su fuerza.
∗ 25. “Canaán”, hijo de Cam (10, 6). Los descendientes de Cam, especialmente los canaanitas, serán esclavos. Esto se cumplió en la conquista del país de Canaán en tiempos de Josué, cuando los cananeos fueron subyugados por los israelitas. Se cree que también gran parte de los pueblos de África, siempre tratados como esclavos, son descendientes de Cam.

∗ 26 s. “Sem” estará en relación especial con Dios, que por eso es llamado “el Dios de Sem”. Efectivamente, eligió Dios la raza semita para fundar su nuevo reino sobre la tierra. Cf. la vocación de Abrahán, descendiente de Sem, en el capítulo 12 del Génesis. Y ¿no fueron también Cristo y los apóstoles miembros de un pueblo semita? Acerca de “Jafet” (v. 27) dice Noé que se dilatará y habitará en las tiendas de Sem. Esto puede entenderse en sentido geográfico, sin embargo es preferible explicarlo en sentido espiritual. Por su conversión a la religión de Cristo, los pueblos de Europa, hijos de Jafet casi todos, entraron en las tiendas de Sem y se hicieron partícipes de las bendiciones dadas a Sem y su descendiente Abrahán. Las bendiciones de Sem y de Jafet son, pues indudablemente mesiánicas.

Génesis 6-9
Sagrada Biblia
Mons. Straubinger

viernes, 8 de diciembre de 2017

LA INMACULADA CONCEPCION, PATRONA DE ESPAÑA - 8 DE DICIEMBRE



¡Oh María Inmaculada amada Patrona de España! Velad por España, nación Mariana por excelencia, rogad por España, salvad a España, que cuanto más culpable mayor necesidad tiene de vuestra poderosa intercesión. Una súplica a vuestro Divino Hijo Jesús, que reposa en vuestros virginales brazos, y España será salvada.

¡Oh Jesús, Corazón Divino oculto en el Santísimo Sacramento, tan amado por los Españoles, por María su Patrona, salvad a España! Porque extendió tu nombre y el reinado de la Cruz por todo el mundo, que vea palpablemente tu soberana protección, y porque confía en Aquélla que aplastó la cabeza del infernal dragón, que sean desbaratados sus perversos planes.

¡Oh Jesús Sacramentado! ¡Oh María Inmaculada! Velad por ella; salvad a esta España tan vuestra de cuantos peligros puedan amenazar su fe y la paz y la salvación de las almas.

Amén