lunes, 17 de octubre de 2011

INDIGNADOS ITALIANOS DESTROZAN UNA IGLESIA

El cardenal había dado órdenes de abrir las puertas de San Juan de Letrán para que pudieran resguardarse los manifestantes pacíficos que estaban entre dos fuegos


La versión italiana del grupo organizado de ultraizquierda, radical y antisistema, al que se conoce como "indignados", asaltó ayer una céntrica iglesia de Roma. Se trata de la parroquia de los Santos Marcelino y Pedro en Laterano (Santi Marcellino e Pietro al Laterano), ubicada en la Via Merulana, esquina Via Labicana, a pocos metros de la Basílica Mayor de San Juan de Letrán.

Grupos violentos de los "indignados" han asaltado la parroquia de San Marcelino y Pedro, cerca de San Juan de Letrán. Destruyeron una imagen de la Virgen y un crucifijo. Las revueltas también se ha cobrado un edificio del Ministerio de Defensa que los "indignados" han arrasado tras prender fuego a dos plantas. También han ardido varios furgones policiales. Grupos de encapuchados asaltaron varias tiendas, sucursales bancarias y una agencia de trabajo temporal. La marcha de los "indignados" en Roma se convirtió ayer en una batalla campal con decenas de heridos -incluyendo alrededor de 30 policías- y numerosos daños materiales.

Los enfrentamientos en la zona de San Juan de Letrán

En su furia ciega, grupos violentos de los "indignados" fijaron su atención en una parroquia cerca de San Juan de Letrán: la iglesia de los Santos San Marcelino y Pedro, entre la Via Merulana y la Via Labicana. Los bloques negros (1) trataron de derribar la puerta de la iglesia, destruyendo a continuación algunos ornamentos sagrados de la casa parroquial, ha señalado el portavoz del Vicariato de Roma, el Padre Walter Insero. En la parroquia, en el momento del asalto no había fieles, pero estaba el párroco, Padre Pino Ciucci, junto con varios sacerdotes. "Estoy desconcertado", dijo el portavoz. "Hemos visto estallar la protesta por las ventanas de la parroquia".



Los jóvenes encapuchados", relata el portavoz, "han tirado abajo la puerta de la sala utilizada para el Catecismo, entraron, pusieron un cartel y destruyeron todo lo que había dentro. Tomaron una imagen de Nuestra Señora de Lourdes y un crucifijo, los sacaron a la calle y los han destrozado. Un acto blasfemo de profanación que no tiene ningún sentido. También trataron de romper la puerta de la iglesia, pero por suerte no pudieron. Luego se dirigieron a San Juan de Letrán".

"No esperábamos actos tan violentos contra símbolos religiosos", reconoció Don Insero, "ni esperábamos una situación tan grave, incluso se han tomado medidas preventivas y la basílica de San Juan y las zonas aledañas han sido cerradas".

"Condenamos sin vacilación el acto blasfemo de ultrajar y destruir la imagen de la Virgen y el crucifijo de la parroquia de San Marcelino. De esta forma, la protesta ha perdido todo su sentido democrático y de hacer propuestas", han manifestado conjuntamente las ACLI (Associazioni Cristiane Lavoratori Italiani) de Roma, Unitalsi y CEIS (que fue fundada por Don Mario Picchi), sobre los enfrentamientos entre la policía y el bloque negro.


"No podemos permitir a nadie -continúa el comunicado- convertir una manifestación en un ataque contra imágenes sagradas y en una destrucción sistemática de la ciudad. Estos sucesos deben hacernos reflexionar sobre el clima de tensión que ha conquistado sobre todo a los jóvenes".



"Estos actos de violencia hieren la fe de los creyentes de Roma, ofenden los sentimientos religiosos de todos los romanos. Estoy consternado, triste, muy preocupado por lo que está sucediendo. Es un 'shock' ver estas escenas de guerrilla", ha dicho el vicario de Roma, el cardenal Agostino Vallini, sobre las revueltas en la marcha de los "indignados". En los momentos más dramáticos de los enfrentamientos el cardenal había dado órdenes de abrir las puertas de San Juan de Letrán para que pudieran resguardarse los manifestantes pacíficos que estaban entre dos fuegos, entre las fuerzas del orden y los violentos. Mientras, los seminaristas han distribuido agua y prestado los primeros auxilios a quienes lo necesitaban.


(1) Un bloque negro (o black bloc en inglés) es una táctica de manifestación violenta donde sus participantes llevan ropa negra, pasamontañas u otro tipo de máscaras, cascos de motocicleta, botas y a veces escudos. La ropa es utilizada para evitar ser identificados por las autoridades y, teóricamente, para parecer una sola masa unida, promover la solidaridad entre los participantes y crear una presencia revolucionaria. Cabe destacar que las banderas comunistas y anarquistas que portaban muchos de los "indignados" no les habían surgido en las manos como las setas, de lo cual se deduce que estos grupos son cualquier cosa menos espontáneos.

En las dos últimas imágenes que acompañan esta entrada pueden verse algunas de las pintadas realizadas por los "indignados": en un escaparate, bajo una hoz y un martillo, se lee:"destroza (o haz pedazos) el capitalismo". La otra pintada reza: "Cómete a los ricos" (junto a una "espontánea" pegatina idéntica a la pintada).

Fuente: Catholicus

Comentario Druídico: No resulta difícil condenar estos actos de odio religioso. Odio anticatólico selectivo. No es que falten motivos para que haya indignados en todo el mundo: basta ver el filme "Inside Job", que curiosamente ha tenido un Oscar de la Academia de Holliwood (¿pase interno de facturas de perjudicados en maniobras bancarias?). En él se muestra no solo la avaricia increíble de los financistas y banqueros, su satánica adicción a la droga y a la prostitución, su destrucción sistemática de economías prósperas, el fraude institucionalizado y los "salvatajes" armados por los Estados nacionales a costa del dinero de los ciudadanos para salvar a los estafadores... Esto justifica la furia. Pero la furia contra el FMI, el Banco Mundial, la Reserva Federal, o las firmas bancarias, o las calificadoras de riesgo financiero... Obama, Sarkozy o Angela Merkel, no contra las iglesias católicas.

Nuevamente, los grupos de "protesta" son serviles de aquellos contra quienes dicen protestar, desviando curiosamente el odio a quienes no tienen responsabilidad alguna, salvo en sus esquemas ideológicos tan indemostrables como envejecidos.

Respecto al acto de acoger a los perseguidos, se inscribe en la más antigua tradición católica... Pero no fueron estos los que hicieron los destrozos. Es lamentable, por otro lado, la apelación democrática del vocero. El odio a la Fe, sin destrozos, sigue siendo odio a la Fe. No hay que confundir las cosas.

Visto en Panorama Católico