domingo, 11 de octubre de 2009

DOCTRINA TEOLÓGICA SOBRE LOS DEMONIOS



He aquí, brevísimamente expuesta, la doctrina sobre los demonios y las principales conclusiones a que han llegado los teólogos partiendo de los datos revelados:

1º Es de fe que existen los demonios, o sea, un número considerable de ángeles que fueron creados buenos por Dios, pero que se hicieron malos por su propia culpa.

2º Los demonios ejercen, por permisión de Dios un maligno influjo sobre los hombres, incitándoles al mal y a veces invadiendo y torturando sus mismos cuerpos.

3º En medio de los asaltos y torturas de los demonios, la voluntad humana siempre permanece libre. La razón es porque la voluntad sólo puede ser inmutada de dos maneras: intrínseca e extrínsecamente. Ahora bien: sólo Dios puede moverla intrínsecamente, ya que el movimiento voluntario no es otra cosa que la inclinación de la voluntad a la cosa querida, y sólo Aquel que ha dado esa inclinación a la naturaleza intelectual puede inmutarla intrínsecamente, porque así como la inclinación natural procede del Autor de la naturaleza, así la inclinación voluntaria no viene sino de Dios, que es el autor de la misma voluntad. Extrínsecamente, la voluntad puede ser movida de dos maneras: A- eficazmente, o sea, actuando sobre el objeto como bien apetecible (y en este sentido sólo Dios puede mover eficazmente la voluntad, porque sólo El puede penetrar directa e intrínsecamente en el entendimiento), y B- ineficazmente, o sea, a modo de siemple persuasión. Y ésta es el modo que corresponde a los ángeles -buenos o malos- y a los demás seres creados, que pueden influir sobre nosotros. El demonio, pues, sólo puede mover la voluntad extrínsecamente "per modum suadentis", esto es ofreciendo a los sentidos externos e internos las especies de las cosas que incitan al mal o excitando el apetito sensitivo para que tienda desordenadamente a esos bienes sensibles.

4º. Los demonios no pueden hacer verdaderos milagros, como quiera que éstos exceden por definición las fuerzas de toda naturaleza creada o creable.Pero como la potencia de la naturaleza angélica excede con mucho las fuerzas naturales humanas, pueden los demonios hacer cosas prodigiosas, que exciten la admiración del hombre en cuanto que sobrepasan sus fuerzas y conocimientos naturales.
El demonio, pues, tiene una potencia natural muy superior a la del hombre y puede obrar con ella cosas prodigiosas, que, sin ser verdaderos y propios milagros, exciten la admiración de los hombres y plantean verdaderos problemas para el discemimiento de esos fenómenos en su relación con los naturales y los sobrenaturales.

LO QUE EL DEMONIO NO PUEDE HACER

1º. Producir un fenómeno sobrenatural de cualquier índole que sea. Es algo que rebasa y trasciende, toda naturaleza creada o creable, siendo propio y exclusivo de Dios.

2º. Crear una sustancia. Supone un poder infinito el hacer pasar una cosa de la nada al ser. Por eso, la criaturas no pueden ser utilizadas por Dios ni siquiera como instrumentos de creación.

3º. Resucitar verdaderamente a un muerto. (unicamente podría simular una resurrección aletargando a un enfermo o produciendo en él un estado de muerte aparente para producir la ilusión de su maravillosa resurreción.

4º. Curar instantáneamente heridas o llagas profundas. La naturaleza incluso en manos de la potencia angélica, requiere siempre cierto tiempo para poder realizar esas cosas. Lo instantáneo está tan sólo en manos de Dios.

5º. Las traslaciones verdaderamente instantáneas. Suponen una alteración de las leyes de la naturaleza, que únicamente puede realizarla su Autor. El demonio, como espíritu que es, puede trasladarse de un sitio a otro sin pasar por el medio. Pero no puede trasladar un cuerpo sin que éste tenga que recorrer todo el espacio que separa el punto de partida (término a quo) del punto de llegada (término ad quem); y esto no puede hacerse instantáneamente por muy rápido que supongamos ese movimiento.

6º. Las Leyes actuales no permiten en modo alguno la compenetración de los cuerpos sólidos. El demonio, espíritu puro, puede, sin duda, atravesar a su arbitrio las sustancias materiales; pero conferir a un cuerpo el privilegio de compenetrarse con otros atravesando por ejemplo una pared-, supone una virtud trascendente que Dios se reserva para sí.

7º. La profecía estrictamente dicha sobrepasa las fuerzas diabólicas, aunque puede el demonio simularla con ayuda de previsiones naturales, de fórmulas equívocas o de mentiras audaces. Sin embargo, Dios puede valerse de falsos profetas para anunciar alguna cosa verdadera, como en el caso de Balaam o de Caifás; pero entonces aparece claro por el conjunto de circunstancias que el falso profeta es utilizado en aquel momento como instrumento de Dios.

8º. El conocimiento de los pensamientos y de los futuros libres escapa igualmente al control de Satanás; sólo puede valerse de conjeturas. Pero téngase presente que para la extraordinaria potencia intelectual de la naturaleza angélica las conjeturas son mucho más fáciles que para el psicólogo más eminente; el temperamento, los hábitos adquiridos, las experiencias pasadas, la actitud del cuerpo, la expresión de la fisonomía, etc..., hacen adivinar a los espíritus angélicos las meditaciones silenciosas de nuestro entendimiento y las determinaciones secretas de nuestra voluntad.

9º. El demonio no puede producir en nosotros fenómenos de orden puramente intelectual o volitivo.
Veamos ahora los fenómenos místicos que el demonio podría falsificar.

LO QUE EL DEMONIO PUEDE HACER PERMITIENDOLO DIOS

1º. Producir visiones y locuciones corporales o imaginarias (no las intelectuales).

2º. Falsificar éxtasis (produciendo un desmayo preternatural).

3º. Producir resplandores en el cuerpo y ardores sensibles en el corazón. Hay más de un ejemplo de "incandescencia diabólica".

4º. Producir ternuras y suavidades sensibles.

5º. Curar, incluso instantáneamente, ciertas enfermedades extrañas producidas por su acción diabólica. Claro está que no se trata propiamente de curación, sino tan sólo de "dejar de dañar". Como la pretendida enfermedad era debida exclusivamente a la acción de Satanás, cesando la causa, desaparece el efecto.

6º. Producir la estigmatización y los demás fenómenos corporales y sensibles de la mística, tales como los olores suaves, coronas anillos, etc... Nada de esto sobrepasa las fuerzas naturales de los demonios.

7º No puede el demonio derogar leyes de la gravedad, pero puede simular milagros de este género por el concurso invisible de sus fuerzas naturales. Téngase presente para la cuestión de la levitación: pueden darse levitaciones diabólicas, como en el caso de Simón Mago.

8º. Puede substraer los cuerpos a nuestra vista interponiendo entre ellos y nuestra retina un obstáculo que desvíe la refracción de la luz o produciendo en nuestro aparato visual una impresión subjetiva completamente diferente de la que vendría del objeto.

9º. Puede producir la incombustión de un cuerpo interponiendo un obstaculo invisible entre él y el fuego.

En resumen: Todos los fenómenos que puedan resultar de un movimiento natural de fuerzas fisicas, aunque el hombre no sea capaz de producirlas ni siquiera llevando hasta el limite máximo sus energías naturales, puede producirlas el demonio - supuesta la permisión divina-, en virtud de su propia potencia natural, extraordinariamente superior a la del hombre. Pero cualquiera que sea la naturaleza del fenómeno producido por las fuerzas diabólicas, no rebasará jamás la esfera y el orden puramente natural. Lo sobrenatural no existe aquí más que por relación al hombre, esto es en cuanto que los fenómentos producidos sobrepujan las fuerzas humanas; pero, considerados en sí mismos, se trata de realidades naturales. Es un caso típico de sobrenatural relativo, que debe llarmarse, con mayor precisión y exactitud teológica, "preternatural".

(Del libro: Teología de la Perfección Cristiana,

del Padre Antonio Royo Marin, O.P.